San Francisco de Asís: inspiración de amor y fraternidad en Mater

San Francisco, conocido como el «Santo de la Paz y de la Fraternidad», nos inspira con su sencillez, su amor por la naturaleza y su profunda conexión con los demás y con Dios. Él vivió una vida de servicio a los más pobres y vulnerables, renunciando a las riquezas materiales para vivir según los valores del Evangelio.

El lema de este año, «Quiérete y ama», está directamente vinculado al espíritu de San Francisco porque nos invita a reflexionar sobre la importancia del amor, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás. Quererse a uno mismo no es un acto de egoísmo, sino de reconocimiento de la dignidad de cada uno. Francisco de Asís fue un ejemplo de cómo vivir esta dignidad, encontrando su identidad no en las posesiones materiales o en el reconocimiento social, sino en el hecho de ser hijo de Dios, amado incondicionalmente.

A través del amor propio, podemos ofrecer un amor más auténtico a los demás. San Francisco lo comprendió profundamente. En su famosa oración de paz, él pide ser un instrumento de paz y amor, y esto solo es posible cuando primero nos hemos reconciliado con nosotros mismos y hemos aprendido a valorar quiénes somos. Así, el lema «Quiérete y ama» nos invita a seguir su ejemplo, amándonos con humildad, sin soberbia, y transmitiendo ese amor a los demás con generosidad.

San Francisco no limitaba su amor sólo a las personas, sino que lo extendía a todas las criaturas de la Creación. Veía en la naturaleza la presencia de Dios, considerando a los animales y la tierra como hermanos y hermanas. Este amor universal también nos habla de la necesidad de cuidar el mundo que nos rodea, de ser conscientes de nuestra responsabilidad hacia el medio ambiente y las generaciones futuras. Así, «ama» no solo implica el amor hacia las personas, sino también hacia la naturaleza y todo lo que nos ha sido dado.

Al celebrar la fiesta de San Francisco, queremos recordar que Mater es un lugar donde se cultivan valores fundamentales para la vida, donde se enseña a quererse a uno mismo y a los demás con un amor que es sincero, profundo y transformador. Así como San Francisco transformó el mundo con su amor, nosotros también podemos realizar pequeñas acciones diarias que contribuyan a crear una comunidad más humana, solidaria y respetuosa.

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