Celebramos la festividad de San Francisco

Después de más de ochocientos años de su existencia, su testigo y bagaje configuran nuestra identidad. Un hombre que, a pesar de haber nacido dentro de una familia acomodada, y crecido rodeado de facilidades, fiestas, amigos/as y teniendo por delante una vida llena de placeres y caprichos, decidió abandonarlo y descubrir la inmensa riqueza de la pobreza, junto a la gente más sencilla, experimentando que la libertad y ser coherente con un mismo no tienen precio.

Necesitamos, en el siglo en el cual nos encontramos, vivir con más coherencia y mirar con otros ojos la pobreza; no solo la pobreza material, también la pobreza de corazón. Aprender a valorar aquello que tenemos desde el agradecimiento y ser personas auténticas.

Un hombre enamorado de la naturaleza hasta el punto de considerarla una hermana, de la importancia de cuidar la Tierra, que es la madre común de todos/as. Podríamos decir que fue un ecologista mucho antes que este movimiento cobrara la relevancia que tiene hoy.

Actualmente, la natura nos llama, a marchas forzadas, a cambiar nuestros hábitos y costumbres. Conviene hacer una mirada de cerca y dejar de dar la espalda a la Tierra, que nos sustenta, nos alimenta y nos da alentadas de aire.

Pobreza, sencillez, humildad, solidaridad y estima son palabras que definen la figura de San Francisco y que nos invitan a formar parte de este estilo de vida dentro de un mundo tan globalizado; dónde, con frecuencia, nos cuesta dejar de mirarnos para empezar a mirar quién tengo a mi lado.

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