Día mundial del agua: un tesoro para preservar

El agua es vida. Sin ella, ningún ser vivo podría subsistir. Sin embargo, en nuestro mundo actual, este recurso esencial está en peligro. Hay regiones que padecen una sequía extrema, donde la tierra sedienta clama por una gota de agua. En cambio, en otros lugares, las lluvias se manifiestan con una fuerza desmesurada, provocando inundaciones y desastres naturales. Estas dos realidades, aparentemente opuestas, tienen un origen común: el cambio climático, una consecuencia directa de la acción humana sobre la naturaleza.

Hoy es una fecha importante para recordar la importancia de este bien preciado. No es solo un recurso para beber, lavarnos o limpiar, sino un don de la naturaleza que nos sostiene y nos une. San Francisco de Asís, en su Cántico de las Criaturas, nos recuerda que el agua es «hermana», clara y humilde, siempre dispuesta a darnos vida sin pedir nada a cambio. Adoptar una mirada franciscana nos invita a amar y respetar el agua como un regalo que debe compartirse con responsabilidad y gratitud.

Pero, ¿cómo podemos contribuir a su preservación? Desde nuestro centro, en la escuela o en casa, tenemos el deber de fomentar hábitos sostenibles y concienciar a pequeños, jóvenes y mayores sobre la necesidad de un uso responsable del agua. Esto significa no malgastarla, evitar su contaminación y comprender que cada gota cuenta. Con pequeños gestos cotidianos, como cerrar el grifo mientras nos lavamos las manos, recoger agua de lluvia para regar o utilizar tecnologías más eficientes, podemos marcar la diferencia.

Además, debemos ser conscientes de que la crisis del agua no solo afecta a la naturaleza, sino también a las personas. Millones de seres humanos en el mundo no tienen acceso a agua potable, mientras que otros sufren los efectos devastadores de inundaciones cada vez más frecuentes y violentas. Esto nos interpela a ser solidarios y actuar con justicia, porque el agua no es propiedad de nadie, sino un derecho de todos.

Ir al contenido