Retomamos un nuevo curso cuando, hace pocos días, todavía disfrutábamos de las vacaciones de verano. Las vacaciones son un tiempo para romper con las rutinas del día a día, para dejar de lado los horarios y el ritmo marcado por el reloj, que nos dice en cada momento aquello que tenemos que hacer, para aprovechar y hacer cosas diferentes: pasear, tomar baños, leer, escribir, dibujar… Cuando volvemos a la escuela, parece que todo vuelve a ser cómo antes. Recuperamos las rutinas, los horarios, las obligaciones y nos sentimos inmersos en el mismo mundo que durante cierto tiempo habíamos dejado.
El lema que nos acompañará a lo largo de este año escolar nos dice: «¡Párate y respira!».
Queremos que, dentro del ritmo de cada día, podamos encontrar momentos para hacer presentes estas dos palabras, saber parar y respirar. Es importante aprender a hacer de manera muy consciente pequeñas paradas, que nos conecten con quién soy, cómo estoy y qué siento, a percibir nuestro cuerpo y saberlo escuchar. También es necesario poner atención a nuestra respiración, el motor de nuestra vida, y que nos conecta con el momento presente.
Cuando somos capaces de hacer estos dos ejercicios, parar y respirar, podemos conseguir estados de calma, atención y sintonía con nosotros/as y podemos despertar nuestra creatividad y lograr más presencia y, sobre todo, más predisposición hacia el aprendizaje.
Esta toma de contacto con nosotros/as, en el aquí y el ahora, también nos puede llevar a valorar aquello que tenemos y ser agradecidos/as. San Francisco de Asís, referente importante de nuestras escuelas, expresa su agradecimiento a Dios en el Cántico de las Criaturas, una afirmación y elogio constante a la creación que nos ha sido dada, fuera de la acumulación material y las comodidades.
Así pues, ahora que justo empezamos, aprovechemos para generar estados de armonía, agradecimiento y conexión, tan necesarios en la sociedad en la cual vivimos; una sociedad conectada con los otros y tan desconectada de uno mismo: Párate y respira.