Hoy, 8 de marzo, es el «Día Internacional de la Mujer». Una fecha tan imprescindible como necesaria. Un día para celebrar el largo camino recorrido, pero, también, para visibilizar todo el trabajo que queda por hacer para lograr, de verdad, una sociedad más igualitaria, justa y participativa. En este sentido, avanzar en la eliminación de las violencias machistas, combatir las brechas de género existentes en la formación y la ocupación y activar políticas efectivas de corresponsabilidad son sólo tres de las justas reivindicaciones del #8M.
Este año, el «Día Internacional de la Mujer» está marcado, como es lógico, por las crisis sanitaria y socioeconómica provocadas por la actual pandemia de la COVID-19; la cual ha empeorado y evidenciado todavía más la desigualdad de género. Las mujeres presentan un riesgo mayor de contraer el virus porque representan un porcentaje desproporcionadamente elevado de las personas que trabajan en primera línea de sectores esenciales, tal como ha reflejado el Parlamento Europeo.
Mater reclama que se tenga en consideración la realidad que afrontan las mujeres con otras capacidades intelectuales a la hora de abordar la lucha por la igualdad de género. Las mujeres del colectivo son objeto de procesos de invisibilización y sufren una doble discriminación (por el hecho de ser mujeres y de tener una discapacidad al mismo tiempo). Por este motivo, es fundamental una igualdad sin etiquetas, garantizando oportunidades para todas.
Respecto a esta cuestión, recordemos el artículo 6 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Nueva York, 2006): «Los estados reconocen que las mujeres y las niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de discriminación y, por lo tanto, tienen que adoptar medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales».
Mater es una organización que está tremendamente orgullosa de que sus orígenes se escriban en clave femenina. Nuestros inicios estuvieron protagonizados por un conjunto de mujeres trabajadoras- infatigables-, pioneras y emprendedoras, a quien hoy queremos reconocer y agradecer, con más fuerza que nunca, su gran labor. En el año 1964, las Hermanas Franciscanas Hijas de la Misericordia fundaron la entidad con el fin de dar respuesta sanitaria y educativa a las necesidades de las más pequeñas y vulnerables, con los deseos de aliviar su sufrimiento y de restaurar su dignidad. En la actualidad, casi el 80% de la plantilla son mujeres.
Y es que no es posible entender Mater sin todas las mujeres que han formado- y forman- parte de su historia, de su ADN. Porque fueron, somos, y porque somos, serán.